Estamos en época de exámenes universitarios y, a pesar de no tener clase y ser como unas mini-vacaciones, el tiempo no cunde para estudiar y hacer otras cosas y el estrés aparece para tenerte en tensión hasta después del examen. Es verdad que se pierde mucho tiempo en tonterías, pero casi siempre son para hacer «chorradas» que hasta ese momento parecían más chorradas aún.
Normalmente se estudia días antes del examen, pero siempre se está la última noche repasando todo para que no quede nada pendiente antes de la «sacrificación». En otros casos, lo de estudiar no se ha dado bien y nos tiramos toda la noche sin descanso estudiando todo hasta el final, durmiendo unos escasos 30 minutos que sólo sirven para despejar la cabeza, aunque el cansancio no desaparece. Eso sí, ante un examen, uno siempre parece un zombi buscando consuelo en que la memoria no falle, duermas o no duermas.
Lo malo llega cuando estás enfrente del examen, has estudiado y te sabes toda la teoría y la resolución de todos los ejercicios, pero el tiempo que te dan para resolver el examen, o es escaso, o está desproporcionado. Esto me pasó a mí en el último examen que realicé: Estructura y Tecnología de Computadores I. El tiempo entre ambas partes estaba desproporcionado: mientras que en la primera una hora quedaba muy escasa, necesitando otra media hora más para poder resolver todos los ejercicios y tener tiempo para reflexionar sobre lo que se está haciendo y revisar lo hecho, en la segunda parte estuvimos mirando media hora hacia el horizonte haciendo tiempo para la hora de recogida del examen, después de haberlo revisado dos o tres veces antes de entregarlo. Eso en mí, personalmente, pasa factura; y así se ha visto en la nota, en la que claramente se representa que la primera parte estuve con presión y como me ocurre siempre, los ejercicios y la teoría se entremezclan intentando acabar todas las preguntas cuanto antes, dando fallos tontos que me hacen suspender. Y esto me da rabia, mucha rabia, sobre todo cuando tras el examen vuelves a hacer los ejercicios y descubres los fallos que cometiste, sin poder dar marcha atrás y teniendo la preocupación de volver a realizarlo en seis meses.
Otro de los problemas que se tienen en un examen son los mínimos injustos que imponen algunos profesores. Para el que no sepa qué son los mínimos, decir que son puntuaciones que hay que sacar mínimas en una pregunta para que el examen sea calificable, ya que si no se llega, el examen directamente está suspenso. Hay unos que los mínimos consisten en responder a todas las preguntas y tener idea de todo. En este caso, llegado al mínimo de todo, puedes aprobar o no aprobar, esto último por no haber llegado a un mínimo o por no haber llegado al 5 tras superar todos los mínimos. Pero existen otros «mínimos» que no han debido entender el concepto, ya que para llegar a éstos, necesitas tener aprobado el examen, y eso se está dando mucho últimamente por la universidad (quizás para que suspenda más gente y así recaudar más dinero a la hora de las matrículas renovadas, todo es negocio). Por ejemplo, en este último examen que hablaba anteriormente, consistía de dos partes, cada una con valor de 5 puntos, y para que fueran calificables, había que tener un mínimo de 2,5 sobre 5 puntos en cada una, que sumando ambos, dan la nota de aprobado. ¿Y dónde están los mínimos? No hay, sólo es aprobar o no aprobar (injustamente en la mayoría de los casos).
Finalmente, comentar otro aspecto que también se suele dar mucho: el aprendizaje de la teoría. Desde pequeño en el colegio te van inculcando que la teoría no hay que aprenderla de memoria, sino que debes quedarte con los conceptos más importantes y luego desarrollarlos con tus propias palabras. Así consigues que la teoría quede aprendida para siempre al haberla entendido. Hasta ahora es lo que he ido haciendo en todos mis exámenes, excepto en este último (de nuevo) en el que te mandaban aprenderte toda la parte de teoría de memoria para luego relatarla como si fuera poesía (hasta te señalaban donde iba cada letra con un puntito).
En resumen, estos tres fallos son unos de los más importantes en un examen según mi opinión: la falta de tiempo a la hora de resolver un examen o la desproporción de tiempo entre ambas partes; la colocación de mínimos en las preguntas que en realidad no son mínimos, sino una trampa, quizás, para corregir menos; y el no dejar desarrollar la teoría con tus propias palabras haciendo que te la aprendas de memoria.
Ya desahogado, puedo seguir estudiando para el examen de Criptografía, tras haber perdido unos minutos en esta «tontería» para algunos. Aunque debo aclarar que esta entrada no es por la injusta calificación de este examen en concreto, ya que me ha servido de base para la explicación al tener todos los aspectos y como gota que colma el vaso después de tres años de carrera con las mismas peleas, sino para relatar los motivos que, a mi parecer, son injustos en un examen y que hace que suspendas aún teniendo bien adquiridos los conceptos que has dado en clase durante todo el curso. Y por cierto, si pretendes tener algo de justicia acogiéndote a la normativa de la universidad, sólo consigues perder tiempo, que los profesores se apoyen entre ellos para no desprestigiarse y que al final te cojan esa famosa manía que hace que te cueste el doble en tiempo, dinero y esfuerzo obtener la asignatura.
Ahora toca comentar a vosotros cualquier injusticia que hayáis visto o tenido en los exámenes…