En estos días me estoy encontrando ante un dilema que por mi parte tengo muy resuelto, pero que veo que otros aún dudan. Yo creo firmemente que uno esta obligado a responder ante su profesión (en mi caso y actualmente como investigador), pero nunca obligado a responder ante sus aficiones. El caso es que algunos piensan que por estar apuntado a una u otra afición tienes la obligación de responder ante ésta, tal y como si fuese tu trabajo.
Cuando yo me apunté a mis dos aficiones actuales, karate y música, dejé bien claro que debido a mi profesión y mi estado de salud no pretendía tener ninguna obligación más allá de los compromisos heredados, y siempre y cuando pudiese. Curiosamente, en ningún momento me pusieron pegas. Pero parece que las palabras se las lleva el viento y algunos borran de su memoria los compromisos adquiridos. Entonces, creo que es el momento de refrescar estas palabras y, en caso de cambios «contractuales» firmes, resolver el mismo unilateralmente sin penalización alguna, al estilo de las compañías telefónicas.
En fin, como reflexión personal en mi blog, quiero dejar claro que yo en mi profesión tengo la obligación de cumplir en todo, pero no así en mis aficiones, las cuales yo considero voluntarias. Y esta voluntariedad viene justamente por ser actividades donde desarrollar nuestros talentos, donde divertirnos y distraernos para pasar ratos agradables, y siempre como complemento obligado al trabajo para el enriquecimiento personal.